Por: Maria Camila Gonzalez Mosquera

El expresidente uruguayo José Mujica falleció a los 89 años por cáncer de esófago en su granja cerca de Montevideo, cumpliendo su deseo de descansar en paz en su amada tierra.

José Mujica, conocido cariñosamente como "Pepe", murió el martes 13 de mayo de 2025 en su chacra ubicada en las afueras de Montevideo, dejando un legado de sencillez y compromiso con los valores sociales. Su partida no solo cierra un capítulo importante en la política de Uruguay, sino que también marca el fin de una era de liderazgo caracterizado por la proximidad con el pueblo y una notable austeridad.

Durante su presidencia y aún después, Mujica se destacó por su estilo de vida modesto y su enfoque en políticas progresistas. Sus acciones y palabras resonaron en una generación de uruguayos y seguidores internacionales que vieron en él un modelo de integridad y dedicación al servicio público. Mujica siempre se mantuvo fiel a sus principios, incluso en los momentos más desafiantes de su carrera.

El fallecimiento de Mujica ocurrió tranquilamente en su hogar, rodeado de la naturaleza que tanto amó. Siguiendo sus deseos, su cuerpo será cremado y sus cenizas serán depositadas bajo un árbol que él mismo plantó en su finca de Rincón del Cerro. Este acto simbólico refuerza su conexión y amor por la tierra, y su deseo de permanecer cerca de su querida perrita Manuela, que también descansa allí.

La muerte de José Mujica no solo es una pérdida para Uruguay, sino para toda América Latina. Su figura se erige como un recordatorio del poder de la humildad y la honestidad en la política. Su legado perdurará como un faro de esperanza para futuras generaciones que buscan inspiración en líderes que han sabido mantener sus valores frente a las adversidades. La historia recordará a Mujica no solo como un político, sino como un verdadero servidor del pueblo y un defensor incansable de la justicia social y la equidad.