Por: Juan Manuel Esquivel Gutierrez

Unión Magdalena enfrenta una crisis tras la suspensión de su partido por invasión de hinchas y agresiones, tomando medidas drásticas para controlar la violencia.

El reciente encuentro de Unión Magdalena contra Once Caldas en el estadio Sierra Nevada de Santa Marta, que fue suspendido a los 80 minutos debido a una invasión de campo por parte de los aficionados, ha marcado un punto de inflexión para el club. En medio de una temporada complicada y el riesgo de descenso, este incidente ha exacerbado la situación, llevando a la dirigencia a tomar acciones inmediatas para prevenir futuros actos de violencia.

Durante el caos, el director técnico Hernán Darío Herrera y un recogebolas sufrieron agresiones, lo que ha provocado una respuesta contundente por parte de las autoridades del club y la atención de la Dimayor. En un comunicado, el club rechazó la violencia y anunció la identificación de algunos de los presuntos responsables, lo que podría acarrear consecuencias legales para los involucrados.

Las medidas anunciadas incluyen la prohibición del ingreso de ciertas barras organizadas, la restricción en el uso de instrumentos musicales y banderas grandes en las tribunas, así como un incremento en el control de seguridad, en colaboración con la Policía Nacional y entes de seguridad locales. Estas acciones buscan garantizar la seguridad y el orden en los futuros encuentros para evitar repetir los lamentables sucesos.

Estas decisiones, aunque necesarias para mantener el orden y la seguridad, generan un ambiente de tensión entre el club y algunos sectores de su afición. La situación es delicada, especialmente en un momento crítico donde el apoyo de los hinchas es fundamental para motivar al equipo y evitar el descenso. La Dimayor, por su parte, está evaluando las circunstancias para determinar las sanciones apropiadas que enfrentará el club, lo que añade una capa más de incertidumbre al futuro inmediato de Unión Magdalena.